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El Internet permite a las empresas, como nunca antes, obtener información sobre quienes les visitan, sus preferencias, cuánto tiempo pasan en el sitio, etc.

El voto es secreto. Cada persona debe tener el derecho de elegir si revela por quien votó o no. Así como el voto es un asunto personal, hay muchas otras cosas que se encuentran dentro de lo que cada uno de nosotros considera como “privado”. Datos que no daríamos a un desconocido y sobre los que sentimos tenemos derecho de mantener en secreto, tales como nuestro teléfono, dirección, correo electrónico, número de tarjeta de crédito, etc.

Curiosamente, este es otro más de los temas donde el Internet ha venido a modificar la manera en que concebimos la privacidad y la intromisión en nuestra esfera personal.

Pregúntele usted a cualquier persona relacionada con el campo de la publicidad y seguramente le dirá que uno de los más significativos avances de Internet es la posibilidad de "conocer" mejor a los potenciales consumidores. El Internet permite a las empresas, como nunca antes, obtener información sobre quienes les visitan, sus preferencias, cuánto tiempo pasan en el sitio, etc. Esto lo logran mediante tecnología llamada "Galletas" o "Cookies".

En términos muy llanos, una cookie es un pedazo de información generada por un sitio de Internet y que se almacena en su computadora cuando visita dicho sitio. Generalmente las cookies (las buenas) se usan para personalizar la información de conformidad con su preferencia (¿ha notado como algunos sitios parece que le reconocen cuando accesa a ellos por segunda o ulteriores ocasiones?).

Esto es sin duda una ventaja, pues evita el tener que ingresar nuestra información cada vez que entramos al sitio. Sin embargo, en muchas ocasiones, las cookies han sido satanizadas, algunas veces sin razón.

La mala fama de las cookies se debe, en primer término, a que generalmente son introducidas en su computadora sin que usted lo note ni apruebe. La segunda razón consiste en que cierto tipo de cookies (las malas), no sólo almacenan información en la computadora del usuario, sino que pueden transmitir información (qué páginas visita, el número IP de su máquina, el tiempo que pasa conectado a Internet, sus passwords, etc.) sin su conocimiento, de regreso al sitio que las originó. La idea de tener un "espía" en nuestra propia máquina, es suficiente para sentirse intranquilo.

¿Dónde embona el derecho en todo esto? Para muchos países, especialmente los europeos, el uso de cookies malas es considerada como una violación al derecho de privacidad de las personas y un uso ilegítimo de la información de carácter personal de cada individuo.

Los Estados Unidos han sido mucho más laxos en el manejo de este tipo de información, sin embargo poco a poco y luego de litigios con exorbitantes condenas, han ido reconociendo la importancia de proteger el derecho de cada persona a revelar o no sus datos personales.

En el caso de México, aún nos encontramos lejos de contar con una legislación que proteja adecuadamente a los cibernautas del uso de cookies malas, ya en la Ley Federal de Derechos de Autor y -luego de las recientes reformas- la Ley Federal de Protección al Consumidor, presentan lo que puede ser el inicio de una regulación de conductas reprobables respecto del uso que se le puede dar a la información que se recopila -abierta o veladamente- vía Internet.

Mientras eso ocurre, es importante que cada uno de nosotros tomemos conciencia del valor que su información personal tiene en el ciberespacio. Le sugiero que, antes de proporcionar su información a cualquier sitio (regularmente ofrecen algo "gratis" a cambio de dicha información) revisen su sección de "políticas de privacidad" a fin de tener la certeza de que no usarán la misma, sin su consentimiento y/o para fines que no haya aprobado usted expresamente.



 

Sergio Rodríguez-Castillosergio.rodriguez-castillo@bakernet.com
especialista en Capital Intelectual de Baker & McKenzie
* Artículo provisto por: Baker & McKenzie